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Published on 2024-01-18 21:01 by César intriago

Filosofía Escolástica

1.- 1. La filosofía, más «que una Ciencia, es una familia de Ciencias.

Una ciencia (la Aritmética o la Óptica, por ejemplo) es un complejo de proposiciones organizadas lógicamente a partir de ciertos principios. Por consiguiente, si cambiamos los principios (v. gr.: las definiciones) obtenemos una nueva ciencia. Así, la Geometría es una ciencia distinta de la Aritmética. Sin embargo. Geometría y Aritmética, aun siendo ciencias distintas, conservan ciertas semejanza, debido a que tienen principios comunes (definiciones, axiomas, postulados, métodos, etc.). De este modo se constituyen como ima familia de ciencias, se asocian como partes de un todo (v. gr.: la Aritmética, el Álgebra, la Geometría analítica, la Geometría proyectiva, la Topología, etc.) que llamamos Matemáticas. Pues bien: algo análogo ocurre con la Filosofía, en la medida que el saber filosófico es un saber científico, es decir, organizado demostrativam.ente, según el orden de principios a conclusiones. (Aunque ya sabemos que el saber filosófico no es un mero saber científico, sino que quiere ser sabiduría.) La Filosofía es una forma de saber caracterizada porque tiende racionalmente hacia los conocimientos más universales y totales, remontándose a los principios últimos del ser y del conocer. La Filosofía quiere alcanzar una visión unitaria de la totalidad de las cosas. Pero esta visión total, imiversal, puede ser alcanzada en dos grados diferentes:

  1. En grado absoluto, en tanto que logramos comprender leyes y principios universalísimos comunes a todos los seres que existen y pueden existir. Debe tenerse en cuenta que, dada la imperfección de nuestro conocimiento, al conocer lo general perdemos los detalles, es decir, que aunque alcancemos una visión muy general, lo que vemos es abstracto, sin relieves especiales. Sólo Dios puede, a la vez, conocer la totalidad de los seres sin perder absolutamente ninguna de las peculiaridades de cada uno. 2.” En grado relativo, en tanto que logramos comprender leyes y principios que, si bien no son universalísimos y comunes a todos los seres, sí lo son a una clase o género determinado de seres.

Cada una de estas clases o géneros particulares estarán, desde luego, sometidos a las leyes universalísimas expresadas en el punto ].”; pero, sin embargo, no pueden derivarse de ellas. Ahora bien: como cada ciencia se organiza en un conjunto de proposiciones en torno a sus principios comunes, tendremos que aquella visión total, que es la Filosofía, cuando es visióii total en grado absoluto, constituirá una sola ciencia filosófica, porque sólo existen unos únicos principios verdaderamente universales y comunes a tolos los entes (esta ciencia filosófica se llama Metafísica); cuando es visión total en grado relativo se organizará en tantas ciencias cuantos grupos de principios irreductibles a otros logremos determinar. Por ejemplo, el grupo de principios propios de los seres naturales da lugar a una ciencia filosófica particular, que es la Cosmología filosófica o Filosofía natural. El grupo de principios propios a los seres que tienen historia dará lugar a la Filosofía de la Historia. Por consiguiente, la Filosofía, como la Matemática, consta de varias ciencias, aunque hay una—la Metafísica—que preside a todas las demás. Por otra parte, como la Filosofía es forma de saber universal, cada ciencia filosófica particular tenderá a salir de su clausura, es decir, tenderá a relacionarse y componerse con las demás, para constituir de este modo im sistema de ideas que teorice sobre todo el universo y que llamaremos un sistema filosófico. Como es natura!, este sistema de ideas estará sometido a los principios de la Metafísica. Si comparamos la Metafísica, en cuanto ciencia universal del ser, pero abstracta, con el Sistemas de las Ciencias filosóficas, en cuanto también tiende a ser universal, pero aportando una mayor riqueza de conceptos, podemos concluir lo siguiente: que la Filosofía, en cuanto movimiento intelectual hacia el saber universal, sigue una trayectoria en cierto modo circular, partiendo de la Ontología, es decir, de las leyes universales del ser, atravesando las leyes especiales de cada genero de ser y regresando al punto de vista original—-universal—en el Sistema de las Ciencias filosóficas.

La Filosofía comprende diversas ciencias filosóficas, las cuales se ordenan las unas a las otras, bajo la dirección de la Filosofía primera (o Metafísica), para constituir la Enciclopedia filosófica.

2.- Variead de divisiones de las Ciencias filosóficas.

Sabemos que la Filosofía comprende diversas ciencias filosóficas, pero ^;cuántas y cuáles son éstas? Tal pregunta no puede contestarse a priori, es decir, sin consultar lo que la experiencia nos dice acerca de la composición del universo. Ahora bien: la determinación concreta de las partes del universo capaces de dar lugar a las diversas ciencias filosóficas es una empresa filosófica, es decir, que corresponde al saber filosófico el llevarla a cabo. De aquí que se comprenda fácilmente cómo al compás que han ido cambiando y evolucionando las ideas filosóficas acerca de la composición del universo han ido también mudando las divisiones de la Filosofía.

La división de la Filosofía en las diversas ciencias filosóficas que contiene sólo puede hacerse después de haber formulado una teoría filosófica acerca de la composición del universo en general.

Así, por ejemplo, cl Materialismo es una doctrina filosófica que, aunque falsa, fué ya defendida por algunos antiguos filósofos griegos. El Materialismo dice que sólo existe la materia y que el espíritu carece de existencia, siendo una pura ilusión. Por lo tanto, un materialista no podrá admitir, entre las ciencias filosóficas, a la Filosofía del Espíritu, como ciencia filosófica propiamente dicha. Contrarrecíprocamente, el que admita la Filosofía del Espíritu entre las ciencias filosóficas, como ciencia propiamente dicha, no podrá ser materialista. También hay que tener en cuenta que es posible que, aun dentro de la misma teoría filosófica sobre la composición del universo, sea distinta la división de la Filosofía en sus ciencias integrantes, debido a que muchas de ellas no se hayan desarrollado en algunas épocas como cuerpos de doctrina relativamente autónomos (absolutamente autónomos nunca es posible, debido a que siempre las ciencias filosóficas están subordinadas a la Metafísica). Así, por ejemplo, en la Filosofía de ARISTÓTELES todavía está sin desarrollar la Filosofía de la Historia, que sólo más adelante, por influencia de SAN AGUSTÍN, hubo de desenvolverse, aun dentro de las propias ideas aristotélicas. Los primeros fitósofos trataron a la Filosofía glohalmente, sin distinguir partes en ella. El mismo PLATÓN trató confusamente todas las ciencias filosóficas, mezclando las unas con las otras, aunque, segiin CICERÓN, ya dividió a la Filosofía en tres partes: Lógica, Física y Ética. Según DIÓGENES LAERCIO, fué SPELSIPO el que inició la organización del saber en cuerpos de doctrina, y así, por ejemplo, reunió en una sola obra todo lo que se refería a las matemáticas. Pero quien por primera vez se dio cuenta perfecta de que era necesario distinguir diferentes partes en el saber filosófico, y, al propio tiempo, consagró tratados independientes a ellas, fué ARISTÓTELES. Por eso, dice SILVESTRE MAURO, que ARISTÓTELES fué quien introdujo una organización (casi una forma sustancial) en aquella materia confusa e indigesta que ora el saber filosófico prearistotclico. Hasta ahora llevamos enumeradas dos razones para explicar la variedad de divisiones de la Filosofía en diversas ciencias filosóficas: 1.’ La diversidad de teorías filosóficas sobre las partes del universo capaces de dar lugar a cuerpos de doctrinas autónomas. 2.” La diversidad en los grupos históricos del desarrollo de una misma teoría filosófica. Hay que citar una tercera razón, que explica la variedad de divisiones de la Filosofía en las diversas ciencias filosóficas, y es que, dentro de ciertos límites, son compatibles, simultáneamente, diversos criterios divisivos, aun dentro de una misma teoría filosófica sobre el universo, y de este modo podemos a nuestro antojo escoger la división que más nos apetezca. De la misma manera que, cuando estudiamos una nación, podemos dividir nuestro estudio de varias formas, sea coiifiderando a la nación como dividida en diversos valles, sea como dividida en distintas provincias o en diversos grupos lingüísticos; así también, dentro de ciertos límites podemos agrupar de diversas formas, compatibles muchas veces entre sí, los contenidos del saber filosófico. Por ejemplo, podemos fijarnos en el objeto estudiado y sus posibles divisiones; o bien en el fin que nos mueve a estudiarlo, o en la causa, etc., etc.

3.- División de la Filosofía según Aristóteles y los filósofos escolásticos.

Sabemos que la división de la Filosofía se funda ante todo en la doctrina sobre la composición del universo. Por eso, para entender la división que de la Filosofía hicieron ARISTÓTELES y los escolásticos, es imprescindible saber su teoría sobre la composición del universo. ARISTÓTELES y los escolásticos enseñan que en el universo hay dos partes fundamentales, es decir, hay dos clases de seres completamente diferentes: los seres materiales y los seres inmateriales. Los seres materiales son los seres que se mueven según el movimiento local, es decir, constituyen el ser móvil. Cuando un ser se mueve es porque adquiere algo que antes no tenía, y, por tanto, es imperfecto; lo que ha adquirido lo tenía antes sólo en potencia. En cambio, cuando un ser no se mueve, siendo real, es porque es perfecto, y nadie puede hacerle cambiar de su modo de ser. Por esta razón el ser inmóvil por antonomasia es Dios, que no tiene mezcla de patencia. No hay que confundir lo inmaterial con lo espiritual. Todo lo espiritual es inmaterial, pero no todo lo inmaterial es espiritual. Bl entendimiento puede separar (abstraer) mentalmente las partes materiales de una cosa material, quedándose con un residuo que no es espiritual, pero que tampoco es propiamente material: este residuo es lo inmaterial (que se llama negativa o precisivamente inmaterial, para distinguirlo de lo positivamente inmaterial o espiritual). Pues bien: enseña ARISTÓTELES que hay tres grados do abstracción, según la diversa proporción de materia que retiremos mentalmente de las cosas materiales (que son las primeras que conocemos). Sea, por ejemplo, un montón de piedras. Si separamos mentalmente ciertas propiedades materiales suyas—que sean de este color y no de otro, que estén mojadas o secas—y nos quedamos con otras propiedades que se extienden ya a todos los seres materiales (v. gr. el peso), estamos en el primer grado de abstracción. Si seguimos separando mentalmente (abstrayendo) propiedades y nos quedamos con otras aun más generales (en nuestro ejemplo vemos a las piedras como un conjunto de unidades contables, 25, 42,..), estamos en el 2.” grado de abstracción o abstracción matemática, l-n el primer grado decíamos: son 25 piedras pesadas. lín el segundo decimos: son 25. Pues bien: si seguimos mentalmente retirando propiedades y nos quedamos solamente con esta idea : son, estamos en el wrcer grado de abstracción. Esta idea es ya inmaterial, pues el ser de las piedras, aunque en las piedras es material, es una propiedad que podría no serlo, asi como el ser 25, aunque en nuestro ejemplo sean «veinticinco cuerpos», jior si mismo podría no serlo, pues podemos contar 2.S actos de voluntad, o 25 victorias. El ser móvil es estudiado desde el primer grado de abstracción. En cambio, el ser inmóvil tiene que sc:r estudiado desde el tercer grado, pues el ser inmóvil es inmaterial. Pues bien: ARISTÓTELES y los escolásticos enseñan que el estudio del ser inmóvil da lugar a una ciencia distinta que la que se constituye estudiando el ser móvil. Además, hay que distinguir las ciencias filosóficas que buscan solamente el saber por el saber (y que son las ciencias llamadas especulativas) de las que buscan el saber por la utilidad y aplicaciones que reportan (ciencias prácticas). Estas aplicaciones son: o bien en el mundo material (como las artes, la industria, etc.) o bien sólo en el mundo de los actos humanos (por ejemplo, la Política). Por eso las ciencias prácticas se dividen en ciencias de lo factible (un reloj es factible) y ciencias de lo agible (una ley es agible). ARISTÓTELES añade una ciencia que no puede ponerse al lado de las demás, porque es el instrumento para desarrollar todas las otras; esta ciencia es la Lógica (Organon). Resumiendo, tenemos el siguiente cuadro sinóptico:

La aclaración y humanización de la Fe, necesita instrumentalmente de la Filosofía. La religión católica, lejos de ver en la Filosofía un enemigo o una inútil actividad—como es frecuente entre los luteranos—, enseña dogmáticamente la importancia y necesidad de la sana Filosofía para la aclaración teológica de la Fe.

Se observará que entre las (Ciencias filosóficas figuran algunas, como las Matemáticas, que hoy no son cotisideradas Ciencias filosóficas. Esto es debido a que ARISTÓTELES no conocía la distinción entre el saber cientificopositivo y el saber filosófico particular. Para él, todas las Ciencias eran filosóficas, pues todas conducen al conocimiento del universo. E.xiste, eso sí—dice ARISTÓTELES—, entre las ciencias una principal, que es la Filosofía Primera.

4.- Origen histórico-psicológico de la Filosofía.

Ya hemos visto cómo la actividad filosófica brota en el espíritu como una necesidad suya por conocer racional y unitariamente el Universo, y cómo este conocimiento es exigido también por el conocimiento científico y el superior saber religioso.

Ahora bien: en cada caso concreto—por ejemplo, en un filósofo o en un pueblo—estas motivaciones espirituales no actúan simultáneamente, pues, como es natural, es suficiente que alguno de estos tres motivos esté presente para que pueda aparecer la especulación filosófica. Es así como podemos hablar de los motivos u orígenes psicológicos e históricos de la Filosofía. En primer lugar, podemos pensar en el origen autónomo de la especulación filosófica, es decir, en el espontáneo y natural desarrollo de la actividad filosófica, en virtud de la tendencia propia del espíritu a conocer y dominar unitariamente la variedad del universo, reduciéndola a una unidad racional. La Filosofía supone, entonces, una singular agilidad y robustez en el alma que la hace capaz de contemplar la totalidad de las cosas como entes; y, en cuanto entes que cambian, que son múltiples, hace capaz al entendimiento de preguntarse cómo es posible que sean múltiples y cambien—que sean de esta forma y no de otra—cuando, en cuanto que son entes, parece que deberían ser uno solo e Inmóvil. Aquí es donde surge el asombro filosófico.

Asombrarse de algo es maravillarse de que un fenómeno suceda de este modo. El asombro puede ser científico—cuando nos asombramos de que un fenómeno siga tales leyes en lugar de otras; por ejemplo, de que un hombremhable por el vientre (ventrílocuo) en lugar de hablar por la boca—o filosófico —cuando nos asombramos de que un fenómeno o ente sea, no ya de esta forma, en lugar de otra, sino en absoluto. Pues bien, sin un mínimo de asombro filosófico es imposible que la actividad filosófica pueda prosperar en el espíritu.

Es muy improbable que el asombro filosófico sea sentido punzantemente por la mente, en tanto que es estrictamente filosófica. Como el espíritu consta de varias partes, lo más probable es que al asombro filosófico lleguemos a través de otras vivencias espirituales.

Así, la especulación filosófica puede fermentar a causa del propio saber religioso. Por ejemplo, podemos siempre preguntar: ¿por qué Dios creó plantas, en lugar de no crearlas? La Filosofía, entonces, estará al servicio de la Revelación, y a ella le corresponderá un elevado origen. Así es como aparece lo que podría llamarse Filosofía india antigua, a saber, el panteísmo de los Upanishads, que no es otra cosa sino una especulación sobre ideas filosóficas movida y presidida por intereses religiosos. La falsedad de la religión india condujo, naturalmente, a una falsa Filosofía panteísta. La Filosofía cristiana—la Filosofía patrística y escolástica—también debe considerarse, en líneas generales, como una Filosofía promovida por los intereses espirituales de la religión verdadera. Es natural que de aquí también surgiera la Filosofía verdadera, la Philosophia perennis. (Pero no debe confundirse la motivación religiosa de la Filosofía con la tesis de que la Filosofía deriva de la religión, como sostiene el tradicionalismo y el fideísmo.) Puede suceder que la Filosofía fermente con ocasión del pensamiento científico-positivo. Las Ciencias Particulares, por sí mismas, conducen el espíritu hasta un extremo en el que se dispara la actividad filosófica. Esto ha dado ocasión a algunos a pensar que la actividad filosófica y la científico-positiva son dos sentidos opuestos en una misma línea: cuando vamos hacia las conclusiones, es Ciencia; cuando hacia los principios, es Filosofía (B. RUSSELL). Esto es psicológicamente cierto; por eso, la vida científica ha sido la motivación de muchas filosofías. Por ejemplo, la Filosofía de DESCARTES puede considerarse como una Filosoíía favorecida por motivos científicos. En tercer lugar, la Filosofía puede estar motivada por la acción de las dos necesidades relativas actuando conjuntamente. Tal es el caso de la Filosofía de KANT.

Estas cuatro motivaciones—la autónoma, la religiosa, la científico-positiva y la conjunta—son todas las motivaciones esenciales, positivas, de la Filosofía.

Podríamos pensar también en otras motivaciones psicológicas: así, por ejemplo, se ha dicho que la Filosofía griega surgió cuando el griego perdió la fe en su religión y tuvo necesidad de llenar este hueco, de curar la «herida tremenda que deja la fe al marcharse» (ORTEGA Y GASSET). Esta explicación no nos sirve a nosotros. En efecto, supone esta explicación que la Fe (la Religión), por cuanto satisface las necesidades unificantes del espíritu, hace superflua en muchos espíritus la especulación filosófica, sofocándola, y que, por lo tanto, sólo cuando la Fe se pierde, surge la necesidad sin satisfacer y la Filosofía para llenarla. Pero hemos visto que una Fe que excluye la Filosofía no es una Fe perfecta y humana (punto 3). Por consiguiente, la pérdida de la Fe puede hacer más vigente la especulación filosófica, pero ésta nunca aparecerá sin un positivo asombro filosófico. Es decir, que no puede explicarse el origen de la Filosofía solamente por algo negativa—pérdida de la Fe—, sino que es preciso algo positivo, una de las cuatro motivaciones dadas. Según COMTE en su ley de los tres estadios estas tres formas del saber se derivarían las unas de las otras. En los primeros tiempos de ,la Humanidad, domina el saber teológico o religioso (estadio teológico). Después viene el segundo estadio, con el saber filosófico o metafísico. Por último, en el tercer estadio el saber positivo o científico hace su aparición definitiva. La Teoría de COMTE no puede ser admitida porque no respeta la diferencia entre estas tres formas del saber, confundiendo la coordinación que entre ellas existe, con la posibilidad de pasar de las unas a las otras.

5.- Psicología del filósofo.

Es natural que un entendimiento que es capaz de remontar las hipótesis de las ciencias positivas, y que apetece mirar, con intención universal, a la totalidad de las cosas, haya de estar dotado de un vigor especial y de unos gustos y aficiones característicos; es decir, de una psicología especial y determinada. Ante todo, el filósofo debe estar dotado de un poderoso deseo de saber, de un afán por conocer la verdad en sí misma. Por esto, tenemos que distinguir el filósofo del sofista y del simple profesor de Filosofía. El filósofo quiere saber, mientras que el sofista quiere aparentar que sabe, y el profesor de Filosofía, en cuanto tal, sólo pretende transmitir sus conocimientos a los alumnos. Así, un filósofo o un sofista pueden ser profesores de Filosofía, y un profesor de Filosofía puede no ser filósofo.

En segundo lugar, el filósofo debe estar dotado de un poderoso afán por unificar todos sus conocimientos y acciones, es decir, de un espíritu equilibrado y capaz de poseer armónicamente conjuntadas las diversas partes del espíritu. Por eso, el espíritu filosófico no cabe en una mente desequilibrada, y la Historia demuestra que no se presentan apenas casos de locura entre los filósofos, contra lo que el vulgo suele a veces creer. (La proclividad a la locura es más frecuente entre los matemáticos.) Al necesitar integrar sus saberes en una visión universal y profunda, el filósofo ha de prescindir de los detalles superfinos, o de los conocimientos desordenados. Por eso, el filósofo se distingue del curioso.

En tercer lugar, el filósofo, en cuanto entregado a la investigación de la verdad, suele desentenderse de todo lo que no se ordene a este fin, y de aquí las famosas distracciones de los filósofos, como la de HEGEL, no advirtiendo que su bota quedaba prendida en un barrizal, o escribiendo abstraído entre el tronar de los cañones, en la batalla de Jena. Sin embargo, en cuanto equilibrado, el filósofo ha de estar dotado de espíritu práctico, es decir, ha de saber que el núcleo de su personalidad, que es el centro organizador de su saber, es suyo, y a él corresponde atenderlo. De hecho, es frecuente el caso de filósofos que han dejado sumas decorosas a sus herederos.

Cuenta LAERCIO que TALES DE MILETO, el primer filósofo de que habla la Historia, caminaba una vez contemplando el cielo, y no advirtió un hoyo en el cual cayó. Su criada Tracia, que le vio caer, le dijo: «¿por qué miras al cielo si no sabes lo que hay en la tierra?» Sin embargo, Tales sabía muy bien lo que había en la tierra, precisamente porque miraba al cielo. En efecto, refiere el mismo LAERCIO, que motejado por alguno de que no se dedicaba a los negocios por ineptitud, decidió demostrarles que la razón de su vida contemplativa era la consagración a la meditación, y no su inhabilidad práctica. Sabiendo, por sus investigaciones astronómicas, que iba a haber una extraordinaria cosecha de aceitunas, se anticipó a alquilar los principales molinos, y todos los cultivadores de aceitunas tuvieron que pasar por sus manos, con lo que, en un año, se hizo rico.

En cuarto lugar, el filósofo, ante los demás, suele estar dotado de un alto sentido educador y de un fuerte interés por lo social, aunque guste, por su oficio, del olímpico aislamiento y sienta el orgullo de su vocación filosófica.

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