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Published on 2024-01-01 20:00 by César intriago

Filosofía Escolástica

1.- Definición formal y coordinativa de lo que es la Filosofía.

Cuando queremos describir o definir una cosa, podemos seguir dos caminos:

¿Qué es la Filosofía? Esta pregunta es difícil de contestar sin saber mucha Filosofía y, aun sabiéndola, es difícil hacerlo de frente, es decir, por medio de una definición formal, obtenida al considerar a la Filosofía en sí misma. Pero podemos dar un rodeo y mirar a la Filosofía no ya como una cosa aislada en el conjunto de la vida espiritual, sino como una realidad que es, en rigor, una parte de esta vida espiritual y que ocupa un lugar perfectamente coordinado y definido por respecto a otras regiones, más familiares y conocidas para nosotros. Podemos considerarla, por ejemplo, formando conjunto con las Ciencias Particulares y la Religión. Obtendremos seguramente, de este modo, una definición coordinativa de la Filosofía que puede servirnos para saber algo cierto acerca de su ser espiritual.

La dificultad que encontramos al tratar de definir formalmente la Filosofía es semejante a la que encierra la cuestión: ¿Qué es un punto? Es difícil contestar a esta pregunta de frente, en absoluto, considerando al punto como un ser aislado, desligado (ab - soluto) de todas las demás partes del Espacio. Pero si decimos: «El punto es la intersección de dos rectas», lo tenemos ya determinado rigurosamente por relación al concepto de rectas coplanarias que se cortan. Aun podemos fijar artificiosamente, con mayor precisión, la disposición de estas rectas que definen a un punto, en las coordenadas cartesianas.

2.- El concepto de ciencia positiva y el concepto de saber religioso, como coordenadas para definir la Filosofía.

Tomamos como primer plano de referencia el concepto de Ciencia positiva. Entendemos por Ciencias Positivas o Particulares, una forma de saber perfectamente determinada, que podemos definir como: Un conjunto de conocimientos demostrativos, acerca de regiones parciales, abstractas, del Mundo (Real o Ideal). La Geometría, por ejemplo, nos ofrece un saber demostrativo acerca de la región abstracta del Universo que se denomina Espacio. La Física nos suministra conocimientos sobre la región o campo del Mundo que se llama cuerpos en movimiento local; la Biología nos ofrece conocimientos acerca de la región abstracta del Mundo que forman las cuerpos vivientes.

Podemos señalar dos características generales o comunes a las Ciencias Positivas o Particulares:

1ª Que cada una de ellas trata, no de todo el Universo, sino de una región de él, considerándolo separado (abstracto) de los demás. Son, pues, saberes parciales.

2ª Que cada una de ellas ofrece este saber de un modo demostrativo, no caprichoso y arbitrario. Esto significa: que cada Ciencia parte de unos principios (definiciones, axiomas y postulados) que determinan su campo u objeto de actividad, y sobre estes principios se desarrolla todo el saber positivo. Así la Geometría parte de los conceptos de punto, plano, postulado de Euclides, etc.

La forma demostrativa es un ideal al que aspiran todas las Ciencias Positivas, aunque no todas lo alcanzan siempre en la misma medida.

Nuestro segundo plano de referencia es el saber religioso. Supone un grave error creer que la Religión consiste únicamente en actos de voluntad, de amor o de sentimiento. Consustanciales con la religiosidad son ciertos actos de conocimiento—si bien de naturaleza bien diferente a la del conocimiento científico—que constituyen la esencia de la Fe. Santo Tomás demuestra que la fe es virtud del entendimiento. (Summa Teológica, secunda secundae, 9, IV). El saber religioso es un saber acerca de Dios, como Persona infinita y, por lo tanto, dominadora del Mundo y presente—ubicua—en todas las partes de la Naturaleza. He aquí, por tanto, cómo al saber religioso le es esencial, a través de Dios, referirse a todas las cosas, es decir, tener una visión del mundo en su totalidad, como criatura de Dios. Esta visión del Mundo en su totalidad, como creación divina, que es la más perfecta y plena expresión del saber religioso, tampoco está, en toda su pureza, lograda por todas las religiones—asi como la forma deductiva tampoco estaba conseguida por todas las ciencias—, sino solamente por la religión cristiana, uno de cuyos dogmas fundamentales es la Creación del mundo. «In principio creavit Deus coelum et terram.» Ahora bien: el saber religioso no es un saber demostrativo, sino un saber fiduciario—es Fe

Podemos señalar estas dos características al saber religioso, antisimétricas de las propiedades reconocidas a las Ciencias Positivas:

1.° El saber religioso, a través de Dios, se refiere a todo el universo, y no a alguna región separada de él.

2.° El saber religioso no se ofrece demostrativamente, sino por fe.

Ciertamente que la Teología, que es una forma también del saber religioso, demuestra, a partir de los principios o artículos de la fe, y en este sentido, sería una ciencia más. Pero en todo caso, estos principios difieren de los científicos, en que son misteriosos y revelados y no evidentes o construidos arbitrariamente por el hombre.

Pues bien: Podríamos definir ahora a la Filosofía, como una forma del saber que se dirige, no ya a una región del universo, como las Ciencias Particulares, sino a todo el universo, como la Religión. Pero, al propio tiempo, la Filosofía quiere alcanzar este saber total, universal, no por la Fe, como la Religión, sino a partir de principios naturales y demostrativamente como las Ciencias Positivas.

La Filosofía es un intento de concebir el Universo en su totalidad, valiéndose de los únicos recursos de la razón natural. Es por ello una forma de saber intermedia entre la ciencia positiva y el saber religioso.

3.- Definición formal de la Filosofía.

Una vez que ya tenemos determinado el puesto de la Filosofía en la vida espiritual, diciendo que ella busca la concepción racional de la totalidad del Universo, nos podemos preguntar: ¿Cuál es el punto de vista desde el cual el entendimiento puede abarcar la totalidad del Universo? Si llamamos objeto material a aquellas cosas de las que sabemos que, de algún modo, una ciencia trata (en nuestro caso, la totalidad de las cosas), y objeto formal a aquel punto de vista desde el cual se considera al objeto material. (Por ejemplo, la Geometría trata a los cuerpos en cuanto tienen forma geométrica, pero no en cuanto tienen color o peso, propiedades que son consideradas por la Física.) Podemos preguntar: ¿Cuál es el objeto formal de la Filosofía, tal que pueda extenderse a la totalidad de las cosas del universo? Evidentemente, este objeto formal deberá ser una idea de tal naturaleza que pueda tener la máxima extensión y, como consecuencia, la mínima comprensión (es decir, habrá sido preciso ir abstrayendo notas, en los tres grados de abstracción). Esta idea es la idea del ser en cuanto ser. La idea de ser, al aplicarse a todo lo que existe o puede existir, presenta a las cosas como entes, como cosas que tienen ser (del mismo modo que la idea de espacio presenta las cosas como figuras o la idea de vida como vivientes, la idea de ser como entes). Ente es por tanto, lo que es, lo que tiene que ser, independientemente de que tenga a la vez tal o cual figura, color, vida, etc. El estudio de la idea del ser, de sus principios, sus causas y sus leyes, constituye, pues, el objeto formal de la Filosofía primera, también llamada Metafísica, o bien, Ontología. Como estos principios y causas son las más profundas y las primeras, de aquí que podamos decir, con Aristóteles, que la Filosofía primera es la ciencia de las primeras causas y de los primeros principios. (ARISTÓTELES, Metafísica, L. I, 1.) Pero no debe creerse que la Filosofía Primera sea la única actividad filosófica del entendimiento; caben también otras Filosofías Segundas, por la sencilla razón de que la expresión: conocimiento racional de la totalidad, que es característico del saber filosófico, además de esta forma o sentido eminente del saber metafísico, puede tener otra forma analógica, en cuanto se aplica a la totalidad de un género del ser (por ejemplo, los seres materiales). Es como si considerásemos al Universo dividido en varios grupos de entes (por ejemplo: los seres materiales, los vivientes, etc.), cada uno de los cuales es una totalidad por respecto a las subpartes que a su vez contiene. Pues bien: dentro de cada uno de estos grupos, el objeto formal que los abarca a todos podría llamarse filosófico, siempre que él pueda componerse con los demás grupos hasta llegar a agotar la totalidad del Universo. Así resultan los disciplinas: Lógica, Psicología, Filosofía de la Historia, etc.

El objeto formal de la Filosofía, como punto de vista que se extiende a la totalidad del Universo, tiene dos sentidos:

1.° Absoluto, en cuanto se refiere a la totalidad de todos los entes; este objeto formal es el ser en cuanto ser, y da lugar a la Filosofía primera o Metafísica.

2.° Relativo, en cuanto se refiere a la totalidad de un grupo de entes, capaz luego de tejerse con las demás en un cuadro unitario del Universo; así se obtienen las filosofías segundas: Psicología, Filosofía de la Historia, Filosofía moral, etc.

Cuando todas las ideas filosóficas particulares se han trabado entre sí, así como también con las ideas metafísicas tenemos un sistema filosófico.

4.- Dos errores gravísimos y característicos en la concepción de la Filosofía.

Esta posición intermedia de la Filosofía en la vida espiritual sólo puede ser comprendida por el que conozca en toda su extensión y riqueza—es decir, filosóficamente—la vida espiritual misma. Por eso es tan difícil mantener en su justo equilibrio el lugar correspondiente a la Filosofía, en su función espiritual. Para el que no «domina» la totalidad y riqueza del espíritu humano, es decir, para el que no sea filósofo—sabio racional—será muy fácil inclinarse a una de estas dos teorías:

1ª La teoría «cientificista». Viene a decir lo siguiente: Cada ciencia particular, efectivamente, ilumina sólo una región del universo; pero todas las ciencias juntas, abarcarán la totalidad, el conjunto del Universo, luego la Filosofía no es otra cosa que la enciclopedia de las Ciencias. Esta teoría fué popularizada por los positivistas y «cientificistas», y significa una reducción de la Filosofía a las ciencias particulares.

2ª La teoría «fideista». Viene a decir lo siguiente: Puesto que la fe es el saber que nos ofrece una visión del mundo, bastará que nos apliquemos a interpretar racionalmente este saber para que entremos plenamente en la esfera filosófica. Esta teoría que reduce la Filosofía a la Fe, se llama fideísmo, y ha sido defendida por muchos escritores, entre ellos Lammeneais y De Bonald. El tradicionalismo filosófico de De Bonald, por ejemplo, también es algo semejante. Sostiene que todas las verdades que el hombre puede alcanzar proceden de las verdades reveladas por Dios al hombre. Estas dos teorías, pese a su apariencia inocente, son profundamente nocivas para la salud del espíritu, porque son erróneas y, al querer presentarse como verdaderas, mutilan un miembro eficacísimo de la vida espiritual, el cual es el saber filosófico. De esta tosca mutilación se sigue inmediatamente un desequilibrio en el organismo espiritual que conduce a una vida raquítica y miserable.

5.- Respuesta a las teorías cientificistas.

Es imposible elevarse a un conocimiento total del Universo por la agregación, como en un mosaico, de los conocimientos parciales propios de las Ciencias Particulares. La totalidad orgánica no se obtiene por suma de partes, como no se obtiene un cuerpo viviente por sumación de células. En los organismos, el todo es, de algún modo, anterior a las partes, así como también el embrión del huevo de un animal es anterior a sus miembros y órganos. Pero la Filosofía, en cuanto saber orgánico acerca del Universo, no puede reducirse a una agregación de saberes particulares. Esta agregación daría lugar a una Enciclopedia, pero no a un tratado de Filosofía. De hecho hay personas que saben muchas cosas, de los órdenes más variados, y que carecen por completo del espíritu filosófico. Para dominar panorámicamente el conjunto, es preciso elevarse a un punto de vista más elevado desde el cual se pueda contemplar el conjunto, aun a costa de perder la visión de muchos y muy importantes detalles. Este punto de vista es, precisamente, el de la Filosofía. Según la definición absoluta de la Filosofía, su objeto es, de algún modo, el mismo que el de las demás ciencias reunidas (si bien no totalmente, pues hay que añadir algunas más: el espíritu). Pero este «algún modo» es solamente material, del mismo modo que decimos que el objeto de la Fisiología y la Anatomía Humana es el mismo de «algún modo», a saber, cuando se considera como pura materia o masa que el entendimiento debe moldear según formas diferentes. Porque, desde el punto de vista del objeto formal, el de la Filosofía difiere del de todas las Ciencias Particulares, siendo el todo a lo que se dirige el ser en general, y después las formas más generales del ser, por ejemplo, el ser móvil, el ser inmóvil.

Como se ha dicho, la visión general ha de renunciar a los detalles que a veces son interesantísimos. Y por eso no debe creerse que el filósofo es un erudito que sabe de todas las Ciencias. Cada vez menos puede dominar el conjunio de las Ciencias Particulares, aunque deba intentar conocerlas en general. El filósofo se dedica a las ideas generales; su especialidad son las ideas generales: es un especialista en ideas generales que no puede abarcar a todos los repliegues maravillosos que nos exhiben las Ciencias Positivas. Por esta razón se explica que muchas personas, más aficionadas a las especialidades que a las generalidades, prefieran el cultivo de las Ciencias Particulares. Pero no puede olvidarse que aunque esta concentración pudiera redundar en beneficio de las disciplinas, lo cual es muy dudoso (decía el gran médico Letamendi: «el que sólo sabe medicina, ni medicina sabe»), lo que es seguro es que habría de repercutir en perjuicio del espíritu del especialista, que podría compararse al cuerpo de quien tiene un miembro hipertrofiado y los demás raquíticos. Precisamente a la Filosofía corresponde cuidar de que cada parte del espíritu se desarrolle en la proporción que le es conveniente, y por eso con razón llamó ARISTÓTELES a la Filosofía «medicina del alma».

Así, pues, aunque la Filosofía no sirviera para el desarrollo de las Ciencias Positivas y Técnicas, por ello no perdería, en cuanto a medicina del alma, su valor y su utilidad. ¿Para qué sirve la Filosofía? Muchos hacen esta pregunta, creyendo que lo que no sirve para algo técnico no sirve para nada. Pero en realidad éstos son unos ignorantes y unos ingenuos, pues creen que servir para algo técnico es ya servir para algo. Ellos dicen: las matemáticas son útiles para la ingeniería, por ejemplo, para construir aviones. Pero ¿y para qué sirve el viajar en avión?, podríamos preguntarles. En el fondo tendrían que responder que sirve para sentir el placer de desarrollar nuestras fuerzas, para gozar de nuestro ser. Lo mismo habría que decir a la pregunta: ¿para qué sirve la música, o para qué sirve vivir? El utilitarismo demuestra un raquitismo espiritual propio de las clases intelectualmente proletarias: sólo un aristócrata del espíritu puede comprender el valor de lo que no es útil. Así de la Filosofía podríamos decir: no sirve a ninguna ciencia; todas le sirven a ella. Pero esto es una exageración; de hecho, la Filosofía también tiene utilidad práctica, como fermento de la invención científica, política, moral y, sobre todo, como coordinación de los miembros del espíritu sano, como medicina del alma.

El objeto de la Filosofía, en cuanto es de una abstracción superior al de las Ciencias Particulares, es relativamente autónomo y puede ser conocido de algún modo, sin necesidad de conocimientos propios de las Ciencias Particulares. Así, por ejemplo, las ideas del Ser, del Espíritu, de Materia, de Fin, de Infinito o de Historia, que son ideas filosóficas. Pero, por otra parte, también es cierto que estas ideas adquieren toda su riqueza problemática cuando, sin perder la visión general, logran recoger los perfiles descubiertos por las Ciencias Particulares (Biología, Matemáticas, Historia), etc.

La Filosofía no se confunde con el conjunto de las Ciencias Particulares, sino que tiene un objeto formal superior y relativamente autónomo. Sin embargo, conviene que la luz de la Filosofía sea aplicada a los datos de las Ciencias Particulares, porque de este modo pueden beneficiarse, tanto los científicos (en su formación humanística) como los filósofos (en sus conocimientos científicos).

Tan grave error como el expuesto—reducción de la Filosofía al conjunto de Ciencias Particulares—es el error recíproco—reducción de las Ciencias a la Filosofía—, como hacen muchos falsos filósofos, que creen que pueden, con sus ideas generales, sustituir a las Ciencias Particulares.

6.- Respuesta a las teorías «fideistas».

Las teorías fideístas creen dar con su reducción de la Filosofía a la Fe una mayor importancia a la Religión, olvidando el viejo principio de que el que prueba demasiado, nada prueba (quod nimis probat, nihil probar). En efecto, si no admitimos un saber filosófico debido a que pensamos que todo saber referente al mundo en su totalidad es religioso, sólo puede ser debido a que desconfiamos en el vigor del entendimiento para elevarse a estos conocimientos universales por sus propias fuerzas: es decir, somos escépticos, y el escepticismo es una enfermedad del alma, una debilidad espiritual, que es incompatible con el propio espíritu religioso, para quien el entendimiento es obra del Dios bueno.

Es grave error creer que la Filosofía se reduce a la Religión. La Filosofía es una actividad puramente racional y no funda sus principios en verdades de fe.

Tan grave error como el expuesto—reducción de la Filosofía a la Religión—es el error reciproco: reducción de la Religión a la Filosofía como hizo el Gnosticismo (herejía de los primeros siglos del Cristianismo). No debe confundirse nunca la concordia y armonía entre religión y Filosofía—así como la concordia entre Ciencias Particulares y Filosofía—con su identidad.

Written by César intriago

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